martes, 25 de enero de 2011

Capítulo 1

Vi a mi hermana sentada de espaldas a mí en aquél banco del parque al que siempre solíamos ir. Se dio vuelta y me sonrió. Sus labios se movieron para pronunciar mi nombre, pero la voz era de otra persona...
Entonces fue cuando me desperté y estaba mi madre llamándome para que me levantara.  Me senté en la cama y me froté los ojos para poder ver mejor.
-Ya son las 7. El desayuno está en la mesa.- me dijo mientras deslizaba las cortinas de la ventana para que entrara el sol. -Bueno, ya me tengo que ir al trabajo. Suerte en tu primer día.
-Gracias.-le respondí antes de bostezar.
Ella salió del cuarto y yo miré a mi alrededor. Mis ojos se detuvieron en el calendario que estaba colgado en la pared.
"Cierto, hoy es Lunes, tengo que ir al colegio." eso fue lo que pensé.
Me había mudado hace poco allí. Aún no conocía a nadie y ese día comenzaría las clases en una escuela nueva. Todo me resultaba desconocido.
Bajé hasta la cocina, comí apresuradamente y subí de nuevo para buscar mi uniforme.
En el armario cuelgaba el conjunto azul, planchado y limpio. Lo agarré con la corbata que había sido doblada y colocada prolijamente en el cajón y me vestí. Recordé por dentro en la obsesión de mi madre con el orden.
Entré al baño, me cepillé los dientes y me lavé la cara. Me detuve para levantar la mirada y observar lo mal que se veía mi pelo desordenado con lo que llevaba puesto, pero de todos modos, a mí ese estilo de ropa no me agradaba, así que no me importaba.
Cuando estaba en la puerta, miré mi reloj. Eran 7 y cuarenta.
"Llegaré bien." concluí después de calcular el tiempo.
Me subí a la bicicleta y emprendí la marcha hacia el colegio.
En cuanto en el que llegué en la entrada, paré para observar un momento el edificio: era una escuela común, sólo que un poco más grande y con puertas de rejas. En el estacionamiento del colegio, donde los profesores dejaban sus autos, los alumnos dejábamos nuestras bicicletas. Las motocicletas estaban prohibidas.
Mientras los alumnos entraban, yo me quedé estudiando las flores tan bien cuidadas que estaban plantadas a los costados del camino que te llevaba adentro del colegio. Pero una persona que se tropezó conmigo interrumpió mis pensamientos.
-¡Hey, ten cuidado!-le grité.
Sólo vi un mechón de pelo naranja, pero cuando habló noté que era una chica.
-Perdóname, estaba apurada y no te vi.
Ella se levantó primero y me ofreció la mano.
-Sí, claro, bueno, de todas formas, estoy bien.
Rechacé su ayuda y me levanté solo.
Ella ignoró mi gesto y prosiguió:
-Me llamo Madeline, soy de segundo año, ¿y tú?
Le dije mi nombre casi susurrando para que no me escuchara. No me gustan los extraños. Ella siguió hablando sola mientras yo entraba.
Mi salón de clases quedaba en el segundo piso. Cuando lo encontré, había un hombre joven, de 20 y algo de años, mirando a los estudiantes entrar al aula. Supuse que era el profesor, ya que no tenía aspecto de ser alumno. Llevaba una sonrisa en la cara; me saludó.
-Oh, tú debes ser el chico nuevo, ¿verdad? Un gusto, yo soy Mark Tasker, tu profesor de Matemática.
-Mucho gusto, yo me llamo Derek Frost.- le contesté educadamente.
Entonces fue cuando recordé cómo era antes, de cómo la gente se reía de que mi apellido no era el adecuado para mí, debido a que frost significa "persona de personalidad fría" y yo era todo lo contrario, alguien cariñoso y alegre. Sin embargo, después del accidente de mi hermana, había cambiado y ya no era así.
-¿Frost, eh? Qué apellido interesante tienes. Ven aquí. Preséntate al grupo.
Ya habían entrado todos, pero yo no tenía ganas de presentarme realmente. Así que traté de hacerlo corto.
-Bueno, reciban bien a Derek y háganse amigos de él aunque sea nuevo, ¿está bien?
Luego el profesor ordenó que sacaran los libros.
-Puedes sentarte en ese banco al lado de la ventana.-dijo.
Me agradó el lugar que me había elegido. Sin embargo, cuando comenzó la clase todos se dieron vuelta para conversar.
Mientras el profesor trataba de callarlos a medida que escribía cosas en el pizarrón y explicaba qué significaban, encontré a la chica que se tropezó conmigo al otro lado del aula mirándome. Ella al instante se dio vuelta y simuló que prestaba atención al profesor.
Pasaron las dos horas de Matemática y también las de Historia, dictadas por un hombre mayor llamado Elliot Spencer. Después, sonó la campana. Ya era hora de comer. Yo no llevé comida, así que me dirigí a la cafetería a comprar algo. Entonces me sorprendió la mano de Madeline en mi hombro.
-Hey, con que eres mi nuevo compañero ¿eh?
-Sí, qué casualidad...- le respondí e intenté caminar más rápido para quitármela de encima.
-Oye, ¿por qué me evitas?- me preguntó, siguiéndome detrás.
Pero poco después se rindió.
Llegué a la ventana para hacer el pedido y luego busqué una mesa vacía para sentarme.
Ni bien di el primer mordisco a mi sándwich, se sentó un chico de pelo negro enfrente mío. Parecía normal, así que no dije nada.
-¿Te acostumbras al colegio?-me preguntó.
-No está mal.
-Soy Steve. Steve Bunker. Me siento al otro lado del aula, delante de Madeline, la chica de...
-Sí, sé quién es.- digo, interrumpiéndolo.
-Oh, ¿entonces ya la conociste?
-Sí, tropezó conmigo hoy a la mañana.
-Así de distraída es ella.- dice mientras se ríe.
Entonces Steve se dio vuelta, miró un rato a la multitud y levantó la mano para hacerle señas a alguien, indicando que viniera.
-No te molesta que coma con nosotros, ¿verdad?
Y entonces vi a la chica pelirroja caminando hacia la mesa.
-No, no hay problema- dije mientras pensaba lo contrario.
Por alguna razón, Madeline no me agradaba tanto.
Ella llegó con su bandeja y, cuando me vio, hizo una mueca, pero la reemplazó por una sonrisa para evitar que yo lo notara. Sin embargo, yo la vi.
-Veo que estás charlando con el chico nuevo, Steve. ¿De qué hablan?- preguntó ella.
-No hemos hablado mucho, pero tú puedes proponer algún tema de conversación también.-le responde él.
-Pues no se me ocurre ninguno interesante.
-Bueno, entonces intentaré yo…
Pensó un rato y luego volvió a hablar:
-¿Qué te parece el nuevo profesor de Matemática?
-No me cae mal, pero debería aprender a poner orden en el aula diría yo.- juzgó Madeline.
-¿Y a ti, Derek?
-Es normal. -respondo desinteresado.
Luego charlamos un poco más, pero la campana para volver a clases sonó nuevamente. Sentí que el resto del día había pasado muy rápido. 
Cuando estaba por irme con mis libros a casa, Steve me llamó para preguntarme si quería volver con Madeline y él, iba a decirle que no, pero casualmente hubo un anuncio por el altavoz en el cual me pedían que me dirigiera a la oficina del director. 
-Lo lamento, otro día será. -le respondí en cierto modo aliviado.
-Sí, bueno... mañana tal vez.
Así que me despedí de ellos y caminé a la oficina del director.
Cuando llegué a la puerta de la oficina golpeé suavemente. Se escuchó un "Adelante." y yo entré. Vi a un hombre con unas cuantas canas y un bigote. Parecía simpático. No me esperaba ver a su lado al profesor de Matemática, pero disimulé mi sorpresa.
-Ven, Derek, siéntate.- me ofreció el asiento que estaba enfrente suyo.
-¿Quería usted hablarme?
-Sí. ¿Qué tal tu primer día?¿Te adaptas al colegio? Todo esto que es nuevo debe ser difícil para ti...
-Pues no realmente, además, ya me acostumbraré.
Estuvimos conversando por un poco más de tiempo. A veces, el profesor de Matemática también hablaba, pero no tanto. Y así pasaron las horas hasta que eran las 7 y ya había oscurecido.
-Bueno, Derek, no te detendré mal, ya se hizo tarde. ¿Quieres que el profesor Mark te lleve a casa?- me preguntó.
-No, gracias. Puedo volver solo. -eso respondí, aunque en realidad era porque no confíaba aún en ese hombre.
Tardé un poco en encontrar la salida por mí mismo, pero lo logré.
Fui a buscar mi bicicleta y volví a casa bien. Al ver la casa con las luces apagadas, supuse que mi madre se había quedado de nuevo haciendo horas extras en el trabajo y que hoy no volvería.
Cuando saqué las llaves, sentí que alguien me observaba. Miré a mis espaldas pero no había nada. Sentí un escalofrío. Tenía un mal presentimiento.
Finalmente abrí la puerta, y cuando me di vuelta para entrar mi bicicleta, ésta ya no estaba. Eso fue suficiente para que me pusiera nervioso. Miré a mis alrededores, para ver si había alguien que estuviera escapando o algo; incluso grité preguntando si había alguien ahí. Sin embargo, nada, ni un sólo sonido, ni siquiera de pasos...
Ya horrorizado, quise entrar a casa para protegerme de aquél que me había robado la bicicleta antes de que sucediera algo peor... pero algo me detuvo, alguien me golpeó. Caí inconsciente.
Cuando desperté estaba Mark peleando con algo que no pude identificar bien. No pude ver mucho, ya que pronto me desmayé de nuevo.
Lo próximo que recuerdo a eso, es que estaba acostado en una cama, pensé que estaba en un hospital, pero encontré al director al lado mío. Fue como si él hubiese leído mi mente cuando comenzó a hablar.
-Estás en la enfermería de la escuela, Derek.- aclaró.
-¿Qué hago aquí?- le pregunté.
-Fuiste atacado por un demonio.
Al escuchar esto no pude evitar poner una cara de confusión. Mi cerebro era incapaz de procesar todo lo que había sucedido ni lo que el director acababa de decir. Tampoco entendía por qué Mark estaba en mi casa, aunque me salvó la vida, de eso no me cabía duda.
-Quiero que me escuches atentamente y no me interrumpas hasta que termine de hablar. Las preguntas puedes hacerlas luego.- dijo en tono serio y me miraba fijamente.
-Sí, señor.- contesté sin saber qué más decir.
-Bien, en el mundo existen demonios que provienen del infierno y suben a la superficie en busca de poder. Lo que te atacó fue uno de ellos.
Abrí la boca para exclamar, pero el director enseguida me calló de nuevo.
-Déjame terminar. Hay un grupo encargado de pelear contra ellos para evitar que cobren poder y lastimen a la gente. Estas personas son llamadas DreamersEllos son entrenados para cazar demonios. Nuestra escuela, es una de las instituciones que entrenan. Hay varios alumnos en la escuela que son cazadores y tú has sido elegido para ser uno de ellos. Bien, ahora sí terminé.
-¿Por qué yo?- le inquirí al director, aun si no creía nada.
-Porque tú has sido testigo del caso de un demonio, pensábamos que estarías dispuesto.
-¿Cómo es eso posible? Los demonios no existen...- estaba comenzando a pensar que el hombre que me había parecido simpático era en realidad un loco, e iba a pedir una transferencia de escuela.
-Has sido atacado por uno hoy.
-No, ha sido un ladrón lo que hoy he visto, y agradezco que el profesor Tasker estuviera ahí para ayudarme.
-Sí existen. Creímos que si lo veías con tus propios ojos nos creerías, por eso hemos dejado que volvieras solo a casa de noche. Pero de todo modos, si no crees en mis palabras, busca en tu memoria. Hay otro ejemplo, aquél que atacó tu hermana.
Primero lo miré furioso, por el hecho de que me hubiera expuesto a un peligro innecesario sólo para eso, y luego, me mostré atónito.
-¿Cómo sabes tú sobre eso?
Yo no le había nombrado a nadie ese incidente. ¿Cómo era posible que un extraño supiera sobre eso?
-Te hemos investigado antes de que fueras transferido aquí. Creemos que eres capaz de ser un Dreamer. ¿No recuerdas el demonio de aquél día?
-Yo no vi nada aquél día.-pensé un poco y luego seguí: -Sólo creí ver una sombra.

Aquél día fue inolvidable. Yo tenía 8 años y mi hermana 15. Ella me había llevado a la plaza de siempre a jugar, quedaba a sólo 3 cuadras de casa. Estábamos volviendo. Esperábamos a que el semáforo cambiara de color para poder cruzar y ella me tomaba de la mano.
-Hermana, ¿cuándo podremos volver a la plaza?-le pregunté.
-Pronto volveremos de nuevo, Derek.- respondió ella dirigiéndome una sonrisa.
Yo la miré y le devolví una sonrisa también.
Veía los autos pasar y esperaba impaciente a que el hombrecito del semáforo pasara de ser rojo a ser verde...
De repente sentí que la mano de mi hermana soltaba la mía y vi como fue lanzada a los coches. La expresión de felicidad desapareció inmediatamente de mi cara y se empezaron a escuchar varios gritos de terror. El tránsito se detuvo y una mujer estaba pidiendo ayuda.
Corrí hacia mi hermana llorando, pero alguien me apartó. Cuando llegó la ambulancia subieron a mi hermana y fui con ella.
Antes de que arrancara el vehículo, giré para ver el semáforo en donde estábamos, y vi una sombra oscura que sonreía. Fue sólo un segundo, pero estaba seguro de haberla visto.
En el hospital me encontré a mi madre que había llegado a toda prisa. Me abrazó con fuerza apenas me vio. Me decía que todo estaría bien y que mi hermana volvería con nosotros a casa… pero mi hermana no sobrevivió al choque…
Días después, le conté a mi madre lo que había visto cerca del semáforo, pero no me creyó y me dijo que me lo había imaginado.
Por más que intentara convencerla, no me escuchaba. 
Una vez, se enfadó tanto conmigo que me abofeteó. Acto seguido, se puso a llorar, abrazándome, pidiéndome disculpas, diciéndome que no fue su intención hacer eso y que no le gustaba que hablara sobre esa “cosa” porque le recordaba a mi hermana y le dolía.
Yo la perdoné y prometí nunca más hablar de eso.

En ese momento, mi cerebro estaba tan confunso...tenía enfrente mío a alguien que sabía sobre lo de mi hermana y que afirmaba la existencia de los demonios. Y no sólo eso, ¡sino que también decía que uno de ellos había matado a mi hermana!
¿Cómo era posible todo eso? Sin embargo, luego de analizar detalladamente lo que había sucedido ese día, logré llegar a una conclusión.